Lo intentaron en 1920, pero fue el turno de Amberes, una de las ciudades más afectadas por la Gran Guerra. Volvieron a intentarlo en 1924, pero a Pierre de Coubertin se le apetecía volver a su país. Y por fin en 1928, Ámsterdam pudo cargar con la linda responsabilidad acoger a los Juegos Olímpicos. El dicho no falla: la tercera es la vencida.

Sanados completamente del ya pasado conflicto bélico, los organizadores decidieron que tanto Alemania como Austria regresen tras ser vetados en las últimas dos ediciones. También les dieron el visto bueno a las mujeres que tenían las intenciones de desempeñarse en el atletismo, pese a las objeciones de Coubertin –que no era muy partidario de los derechos femeninos en el deporte- y el papa Pío XI.
Dos costumbres olímpicas dieron su primer paso en Ámsterdam: el encendido del pebetero, generador de la famosa Llama Olímpica que se mantendría firme hasta el último día del evento; y el orden del desfile, con Grecia delante de todo y Países Bajos (anfitrión) al final de la fila.
El 17 de mayo se realizó la ceremonia inaugural, que tuvo al boxeador Héctor Méndez, plata en París 1924, como representante argentino. Sin saberlo, se estaba convirtiendo en el único en su deporte en darse el lujo de ser abanderado nacional en unos Juegos.
Paavo Nurmi, ya una leyenda en su categoría, volvió a una de las máximas figuras al quedarse la dorada en los 10.000 metros y la de plata en los 5.000 y 3.000 con obstáculos. Si bien en ningún momento se excusó, hay un hecho que no se puede pasar por alto: en la clasificación de los 3.000 con obstáculos sufrió una caída que le propinó una pequeña lesión. Pese a esto, corrió y logró finalizar segundo en dos oportunidades. Fue así como se despidió para siempre de los Juegos Olímpicos (por cuestiones que hablaremos más adelante no estuvo en 1932). Su palmarés marca 9 oros y 3 platas, colocándolo como uno de los mejores atletas olímpicos de todos los tiempos.

Johnny Weissmüller, que como ya mencionamos en París 1924 posteriormente se haría conocido mundialmente como Tarzán, sumó otros dos primeros puestos a su gloriosa carrera como deportista. De todas formas, lo más relevante para nosotros (Argentina) en las pruebas de natación es la actuación de Alberto Zorrilla, que se subió a lo más alto del podio en los 400 m libres. A día de hoy sigue siendo el único nadador argentino en ser campeón olímpico. Hizo historia.

Tal vez la curiosidad e injusticia más grande se dio en el atletismo, más precisamente en la prueba de 800 metros. Y es que tanto los hombres como las mujeres – en su debut en esta modalidad- acabaron completamente exhaustos. Esto hizo que el COI tome la, mínimo, polémica decisión de prohibirle a las corredoras participar en los 800m al considerarlas “más débiles que los hombres”. Recién en Roma 1960 podrían volver.
La italiana Luigina Giavotti, a sus 11 años y 302 días, fue parte del equipo de gimnasia italiano que finalizó segundo. A su temprana edad fue noticia en distintas partes del mundo. Y pudo ser noticia justamente porque este evento fue el primero en ser cubierto por la prensa internacional, ya que las pruebas se transmitieron directo. Nunca antes había ocurrido algo igual hasta la fecha.
La primera atleta en ganar una medalla en atletismo fue Elizabeth Robinson, que fue la más rápida en los 100 metros. La marca de la estadounidense fue de 12,2s. Un dato de color: antes de este evento, solo había probado suerte en los 100 metros en tres oportunidades. A la cuarta se llevó el oro. Tranqui.
El fútbol tuvo una apasionante final entre dos potencias: Argentina y Uruguay. Un duelo sumamente parejo en el que no bastó un partido más otro tiempo extra para determinar el ganador. Esto obligó a que se jugase un segundo encuentro en el que los uruguayos saldrían victoriosos al imponerse por dos goles a uno. No obstante, quien triunfó en el recordado cotejo fue el fútbol: aficionados, periodistas y organizadores se quedaron muy satisfechos y sorprendidos por el nivel mostrado por ambas selecciones, en lo que fue la antesala de la primera Copa del Mundo.

En lo más alto del podio estuvo Uruguay, y por debajo se ubicaron Argentina e Italia. El máximo goleador – por escándalo-, fue Domingo Tarasconi, que pese a quedarse con la de plata anotó casi el doble de goles (11) que su más cercano perseguidor (6).
Mikio Oda y Yoshiyuki Tsuruta le llevaron al continente asiático las primeras doradas de su historia. Las modalidades fueron triple salto y natación (200m) respectivamente. El chileno Manuel Plaza, por su parte, hizo lo suyo con su país: acabó segundo en la maratón y le permitió a Chile tener una medalla olímpica por primera vez.
De los 80 argentinos que se presentaron, siete estuvieron en el podio. En total, 3 oros, 3 platas y 1 bronce. A esto se le suman 5 puestos premiados. El boxeo, nuevamente, fue el más destacado, con dos campeonatos olímpicos y dos segundos puestos.
Importante resaltar que no estuvo presente Pierre de Coubertin, que ya no era presidente del COI y por una enfermedad no pudo asistir, algo que no había ocurrido nunca anteriormente. Otro dato de color: Adidas debutó como marca deportiva en un Juego Olímpico.
Los deportes presentes fueron:
- Atletismo, boxeo, ciclismo, equitación, esgrima, fútbol, gimnasia, halterofilia, hockey, lucha, natación, pentatlón moderno, remo, saltos de natación, vela y waterpolo.
Los 46 países participantes se vieron representados en 2883 atletas, de los cuales 2606 eran hombres y 277 mujeres.
A esta altura, el líder del medallero ya no es novedad. Lo que sí lo es, es el puesto final de Argentina (12).
- Estados Unidos: 56 (22 oro- 18 plata – 16 bronce)
- Alemania: 30 (10 oro – 7 plata – 13 bronce)
- Suecia: 26 (8 oro – 6 plata – 12 bronce)
Por su diversidad, innovaciones y hechos históricos, los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928 fueron un éxito. Poco a poco, el evento iba sumando tradiciones que se mantendrían por siempre, como el encendido del pebetero y el orden del desfile inaugural.
