
En el año 2000, Florentino Pérez se postuló como presidente del Real Madrid por segunda vez. Aquella vez dio que hablar al prometer que si ganaba, ficharía al portugués que, en ese entonces, jugaba para el FC Barcelona: Luis Figo. Los periodistas e hinchas creían que solo era una frase para ganar fuerza en la votación, ya que parecía imposible que un jugador del máximo rival pise en Santiago Bernabéu.
Finalmente, Florentino obtuvo la presidencia el equipo blanco, generando así una mayor repercusión sus dichos sobre el extremo del conjunto catalán. Sin embargo, el mismo jugador fue quien salió a aclarar esos rumores: “Esta es y será mi camiseta. Gane o pierda Florentino las elecciones, no seré jugador del Real Madrid. Solo jugaré en el Barca”, dijo.
Pese a esos dichos, el 25 de julio de 2000 se hizo oficial el traspaso de Figo al club de Madrid, a cambio de 10.270 millones de pesetas, precio de su cláusula de rescisión, concretando así el fichaje más caro de la historia en ese entonces. Los fanáticos de Barcelona y los medios deportivos catalogaron ese movimiento como una “traición”, ya que se estaba yendo al acérrimo rival. Además, le recordaron en reiteradas ocasiones su declaración, tildándolo de mentiroso.

Luego de realizarse la transferencia, tres meses después, el portugués tenía que enfrentar al que fue su equipo durante 4 temporadas, en condición de visitante. Por lo tanto, volvería a pisar el césped del Camp Nou tras ser el centro de los insultos y señalamientos durante todo el verano.
21 de octubre: oficialmente Figo se volvía a ver las caras con quienes hace menos de un año eran los que lo alentaban. La reacción de los hinchas catalanes fue la esperada: cánticos en su contra, silbidos cada vez que tocaba el balón y banderas con frases como “judas” o “pesetero”. Los abucheos fueron tan grandes que, según comentó Guti, partícipe de aquel partido, era “imposible” escuchar a un compañero aquel día. Eran 90.000 personas gritando en contra de un solo futbolista, cuyo solo respondió tapándose los oídos por unos segundos. En la trasmisión del partido se podía oír el ruido que generaban los miles de simpatizantes en las tribunas.

El clásico español terminó 2 a 0 a favor del FC Barcelona gracias a los goles de Luis Enrique y Simao. Pero lo que más se recuerda de aquella noche es el hostil recibimiento al 10 del Real Madrid. Probablemente haya sido una de las pitadas más grandes que se han escuchado alguna vez en un campo de fútbol.
